El archipiélago de la Polinesia, en el Pacífico Sur (Oceanía), presenta diversos países que encuentran en las playas a su mejor atractivo turístico. El Estado Independiente de Samoa, cuya capital es Apia, es uno de ellos. Esta monarquía constitucional que consiguió su independencia en 1962 tiene al samoano y al inglés como idiomas oficiales.
El territorio samoano se encuentra poblado desde hace unos 3.500 años, cuando llegaron los habitantes de las islas Lau. A partir del año 1700 comenzaron a arribar los europeos y recién alrededor de 1830 se instalaron comerciantes y misioneros de diversas naciones que empezaron a disputarse el país.Upolu y Savai’i son las islas más grandes de Samoa y las que concentran la mayor parte de la población. Apolima, Manono, Nuutele, Namua, Fanuatapu, Nuulopa, Nuusafee y Nuulua son pequeños islotes de origen volcánico que también forman parte de esta nación cuyo clima es tropical.
Playas agrestes, exuberante vegetación, aguas cálidas y diversas elevaciones y montañas componen la oferta turística de Samoa y seducen a miles de personas que llegan cada año desde diversas partes del mundo.
Bandera, mapa y datos generales
Nombre Oficial: Estado Independiente de Samoa Capital: Apia Superficie: 2.944 Km2 Población Total: 177.714 habitantes Ciudad con mayor cantidad de habitantes: Apia Densidad de Población: 60 hab./Km2 Idioma Oficial: Samoano, Inglés Otros idiomas o lenguas: – Tipo de Gobierno: Monarquía Constitucional PIB: US$ 1.172 millones Moneda: Tala Prefijo telefónico: +685 Teléfonos Útiles:Policía: 22-222Bomberos: 999Urgencias médicas: 21-212
Clima
En Samoa, un estado compuesto por dos grandes islas (Upolu y Sava’i), el clima es tropical, húmedo y templado. La temporada de lluvias se desarrolla entre los meses de noviembre y abril y llega acompañada de temperaturas sofocantes y tormentas de gran intensidad. Entre diciembre y marzo, además, es posible que se desarrollen tempestades y algunos ciclones.
Por lo general, en este país la temperatura alcanza un promedio de 22 grados centígrados.
Aunque cada turista tiene la libertad de planear su viaje para cualquier época del año, lo más recomendable es llegar hasta esta nación entre mayo y septiembre ya que, en ese periodo, tiene lugar la estación seca, las condiciones soleadas y temperaturas agradables que oscilan entre los 20 y los 26 grados centígrados.
Principales ciudades e islas
Apia
Una de las áreas que no se puede dejar de visitar al viajar a Samoa es Apia, la capital del país.
Esta ciudad, la más grande de la nación, está situada sobre el puerto natural ubicado en la desembocadura del río Vaisigano, en la costa norte de la isla Upolu.
Aunque, en los últimos años, Apia se ha visto beneficiada con la construcción de algunos edificios, la región aún conserva parte de su patrimonio histórico. Mulinu’u, área que, en el pasado, funcionó como capital ceremonial, está localizada al oeste de la región y alberga tanto al Parlamento como al observatorio histórico.
La zona del puerto, por su parte, es sede del Banco Central de Samoa y de varios organismos gubernamentales, así como el centro cautivo al visitante con un reloj-torre construido en recuerdo de la guerra.
Al recorrer el lugar, es posible también apreciar la transformación que ha sufrido la arquitectura en esta ciudad donde las antiguas obras coloniales de madera y las tradicionales viviendas samoanas se conjugan con edificaciones modernas de inspiración occidental.
Más allá de los sitios mencionados, existen en Apia muchos otros atractivos. Uno de ellos, por ejemplo, está relacionado al ámbito literario, ya que allí, el escritor Robert Louis Stevenson (el autor de clásicos como “La isla del tesoro” y “El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde”) pasó los últimos años de su vida. Sus restos fueron sepultados en el monte Vaea y, para seducir a los visitantes, la casa que él mismo construyó en la región ha sido transformada en museo.
En materia de transporte, cabe destacar que Apia posee una gran infraestructura. Allí no sólo funciona el puerto más grande y activo de Samoa, sino que también hay servicios de ferries, taxis y ómnibus. La vía aérea también ha sido explotada en esta ciudad y el traslado se hace posible gracias a la existencia de una pequeña pista de aterrizaje pero también por el funcionamiento de un aeropuerto internacional que se ubica al oeste de esta metrópoli donde es posible hallar diversión, paz y paisajes maravillosos.
Isla Apolima
De las cuatro islas habitadas de Samoa, Apolima, una región de menos de un kilómetro cuadrado de superficie es la más pequeña.
En esta isla de origen volcánico que posee un cráter extinto de 165 metros de altura, viven menos de 90 personas, de acuerdo con los datos aportados por un censo realizado en 2001. Estos pobladores se agrupan en una única aldea, que se conoce bajo el nombre de Apolima-Uta y se encuentra sobre el extremo norteño de este territorio que maravilla a los visitantes con su gran belleza natural.
A pocos metros de esta diminuta isla situada en el estrecho de Apolima que pertenece al distrito de Aiga-i-le-Tai, es posible encontrar una isla de 1.400 metros cuadrados de superficie que, aún, no ha sido elegida como asentamiento humano.
Isla Savai’i
La isla que, alguna vez, fue bautizada como Pola, es hoy una región habitada por alrededor de 50 mil personas (divididas en diversos grupos étnicos, tales como samoanos, euroasiáticos y europeos) y se conoce bajo el nombre de Savai’i.
Esta localidad está considerada como “El alma de Samoa” por tener una superficie superior a la que ocupan todas las otras islas de la nación juntas. Los visitantes que llegan hasta ella, además de apreciar las características del Monte Silisili (una elevación de 1.858 metros de altura que, por año, atrae a una gran cantidad de turistas), los géiseres marítimos y las prehistóricas Pirámides de Pulemele, pueden también contemplar de cerca un terreno volcánico ya que Savai’i está formada por un volcán basáltico que, pese a haber entrado en erupción, por última vez, hace ya varias décadas, aún está considerado activo.
Datos de interés
Ciertos episodios y circunstancias han hecho trascender el nombre de Samoa a nivel internacional. El país fue elegido residencia por Robert Louis Stevenson, uno de los escritores más reconocidos del siglo XIX. Por otra parte, Samoa supo contar con uno de los monarcas más longevos del mundo: el rey Malietoa Tanumafili II, quien falleció en 2007 a los 94 años y después de 44 años de mandato.
Tras la muerte de este monarca, el sucesor fue elegido por la legislatura y se le atribuyó un mandato de cinco años, aunque manteniendo el mismo título que su antecesor. Samoa, por lo tanto, se convirtió en una especie de monarquía electiva.
Geografía Samoa se encuentra a mitad de camino entre Hawái y Nueva Zelanda, al sur del océano Pacífico. Su territorio tiene una superficie de 2.831 kilómetros cuadrados, con dos grandes islas (Upolu y Savai’i) y otros islotes que, en su mayoría, no se encuentran habitados.
La línea costera de Samoa supera los 400 kilómetros y presenta fértiles llanuras en sus alrededores. En el interior del país sobresalen las montañas volcánicas y rocosas (su punto más elevado es Mauga Silisili), muchas veces cubiertas por bosques tropicales. Los bosques de tierras bajas, por su parte, sufren las consecuencias de la deforestación y de la acción humana.
Al este de Samoa se encuentra Samoa Americana, un territorio bajo control de los Estados Unidos que es supervisado por el Comité de Descolonización de las Naciones Unidas. Samoa y Samoa Americana forman parte del mismo archipiélago.
Cultura
La cultura samoana comparte muchos elementos con otros pueblos de la Polinesia. La mitología de Samoa, por ejemplo, cree en divinidades como Tangaloa (Dios creador) y en seres como Atu (primer hombre en habitar la región) y Sasae (primera mujer).
Una manifestación cultural samoana que, sin duda, sorprende a los visitantes, es el llamado tercer sexo o Fa’afafine. Los fa’afafines son hombres que, en su niñez, fueron elegidos por sus propias familias para asumir roles femeninos (tareas de limpieza, cuidado de niños, etc.). Por lo tanto, suelen ser tratados por toda la sociedad como mujeres. Este transformismo no es impedimento para que los fa’afafines sean respetados a nivel social.
El bastón de fuego, por otra parte, es un elemento cultural típico de Samoa. Se trata de un palo de madera con hojas en el centro y toallas en sus extremos. En diversos rituales y danzas, las toallas se prenden fuego mientras un ejecutante realiza acrobacias con el bastón en llamas.
Economía
Samoa basa su economía en las explotaciones agrícolas. La mayor parte de la población se dedica a la agricultura y el país se caracteriza por la exportación de copra y aceite de coco, entre otros productos como el plátano y el cacao.
La escasa actividad industrial del país está consagrada a la transformación de los productos agrícolas. El sector del turismo, por otra parte, se encuentra en pleno crecimiento y genera cada vez más puestos de empleo para los samoanos. Los hoteles, los restaurantes, los bares y el transporte requieren de una buena cantidad de trabajadores para satisfacer las necesidades de los visitantes extranjeros.
No puede dejar de mencionarse, por último, que las divisas enviadas por los samoanos que residen en el exterior suponen un importante porcentaje de la riqueza nacional.
Actividades y atractivos turísticos
Samoa comparte sus características naturales con muchas otras naciones de la Polinesia. Islas de origen volcánico, suelos fértiles y aptos para diversos cultivos, relieve montañoso y clima tropical y lluvioso constituyen un entorno muy agradable para el visitante.
Los cruceros y las diversas líneas de ferries permiten realizar excursiones entre las islas e islotes de Samoa, muchos de los cuales ni siquiera están habitados (se recomienda, por lo tanto, llevar provisiones de comida y bebida durante los paseos). El recreo del lago Lanoto’o, por ejemplo, sorprende con su belleza natural.
Samoa no se destaca por su amplia infraestructura turística, aunque no faltan los restaurantes (varios incluyen animación), bares y clubes nocturnos. Para los amantes del deporte, una opción interesante es asistir a algún juego de rugby de la liga local, ya que el seleccionado samoano siempre logra destacarse en los torneos internacionales gracias a su buen nivel (especialmente en la modalidad seven).
Bosques
Las dos islas más grandes de Samoa (Upolu y Savai’i) suman unas 283.700 hectáreas, de las cuales cerca de 158.000 hectáreas están cubiertas por bosques nativos. Otras 106.000 hectáreas se utilizan como tierra de cultivo. Los pobladores nativos siempre tuvieron una relación muy cercana con los bosques ya que los árboles les ofrecían la madera necesaria para construir sus viviendas, mientras que los animales y la flora garantizaban la alimentación. Con la llegada de los europeos, la biodiversidad samoana comenzó a retroceder. Hoy los bosques son una fuente de ingresos gracias al turismo, aunque los bosques de tierras bajas exhiben importantes muestras de deforestación.
Montañas
Las islas de Samoa son, en realidad, las cumbres de gigantescas montañas submarinas. Esto demuestra la importancia del relieve montañoso en todo el país. El Monte Vaea, cubierto de bosque tropical, ofrece un hermoso paseo hasta el lugar de Vailima donde se encuentran los restos de Robert Louis Stevenson y su mujer. Cabe destacar que varias de las elevaciones de Samoa se combinan con los ríos para dar lugar a hermosas cataratas, como Papase’a Sliding Rock. El pico más alto del país se encuentra en la isla de Savai’i: se trata del Monte Silisili, con una altura aproximada de 1.858 metros.
Playas
La Polinesia es sinónimo de playas. Por eso tal vez ni siquiera sea necesario destacar ciertas playas en Samoa, ya que, en general, todo el país cuenta con importantes extensiones costeras de arenas blancas y aguas turquesas. En Apia, la capital nacional, se distinguen las playas del distrito de Aleipata, donde también pueden apreciarse las cataratas de Tiavi y Fuipisia. La isla de Manono, por su parte, es el mejor lugar para conocer la cultura nativa en medio de playas agrestes. Aquí no hay que buscar grandes hoteles o restaurantes de lujo, sino limitarse a disfrutar de un paraíso natural.