ColumnistasMaryoly Calanche Sánchez

Nuestra influencia como padres en las nuevas generaciones.

Nuestra influencia como padres en las nuevas generaciones.

Nuestra influencia como padres en las nuevas generaciones.

Sin duda alguna los padres en la sociedad actual tenemos grandes retos al momento de criar a nuestros hijos, pues no solo los valores, y el mundo en general, parecen estar de cabeza en comparación a como los recordamos de cuando fuimos pequeños, sino que también debemos enfrentar el bombardeo constante de información a través de los diferentes medios de comunicación disponibles para la infancia y la adolescencia.

Sin embargo, al momento de confrontar cualquier situación que se pueda presentar no tenemos excusas, pues si bien es cierto que no nacemos con un estricto manual con la fórmula precisa para obtener los mejores hijos posibles, si tenemos absoluta responsabilidad ante la sociedad hasta que nuestros hijos tengan la edad en que solos pueden asumir las consecuencias de sus actos.

¿Hasta dónde deberíamos ser modernos en la crianza de nuestros hijos?

La interrogante que precede este párrafo es crucial en la crianza, pues debemos admitir que no existe una fórmula que nos indique el modo preciso de criar a nuestros hijos, ni siquiera la comunidad científica pudiese establecer una línea concreta en aspectos referentes a la crianza, pues aunque los eruditos en el área coinciden en algunos aspectos, discrepan de modo bélico en otros, si tiene dudas respecto a esta afirmación, le invito a consultar sobre aspectos como el colecho, y verá como surgen férreos defensores de un lado y otro.

Así que, qué haremos nosotros, esta generación que ha vivido el salto abismal tecnológico, comunicacional, social, cultural y globalizado que vino incrustado con el nuevo milenio, nos preguntamos: cómo nos manejamos, y cómo nos manejaremos en esto de criar a nuestros hijos, y dudamos si realmente estamos siendo tan efectivos y afectivos al no querer lucir como dinosaurios enchapados a la antigua.

Pero para su tranquilidad, le aseguro que si está leyendo esto es porque ciertamente, tenemos el enorme compromiso de buscar por todos los medios el modo de ser la mejor versión de nosotros para nuestros hijos, para ayudarlos a ser adultos funcionales y felices, lo cual ya habla muy bien de nuestro umbral de modernización respecto a la crianza.

Una clave que nos puede ayudar.

Lo que somos como adultos es el reflejo de nuestras vivencias conjugadas con nuestras decisiones y modos de internalizar nuestras experiencias. Así que podemos hacer fácilmente una retroalimentación de nuestra infancia para trazar un patrón de crianza y conjugarlo con lo que aconsejan los expertos en esta materia, luego, por supuesto, de una seria documentación al respecto.

Evidentemente no todos cuentan con las mejores vivencias, pues no podemos intentar tapar el sol con un dedo y asumir que todos venimos de familias funcionales y felices, sin embargo, de ser ese nuestro caso, también podemos hacer ese pequeño ejercicio de establecer lo positivo y lo negativo de nuestras vivencias infantiles. Lo importante es, fortalecer los aspectos positivos, e identificar los aspectos negativos, para no repetirlos con nuestros hijos.

Por amor a nuestros hijos debemos librarnos de las marcas del pasado.

Recordar el modo en que fuimos criados para adaptarlo a estos nuevos tiempos, fortaleciendo lo positivo y prestando atención a lo negativo para no repetirlo, puede ser una grata experiencia para aquellos que consideran su infancia y adolescencia en el núcleo familiar fue muy feliz, o medianamente feliz, pero puede convertirse en un acto cruel y doloroso para aquellos que se sienten heridos, y no están reconciliados con los eventos vividos durante esta época.

Para esas personas, es importante que sepan que, necesitamos rememorar lo sucedido, para que esas experiencias no las tengan que pasar nuestros hijos, además de ello, debemos buscar la ayuda que sea necesaria para poder sanar las heridas del pasado, pues así no lo queramos admitir, estas influyen de modo significativo, directo o indirecto en la vida de nuestros hijos.

Ejemplificando la importancia de reconocer los errores de los padres.

Un ejemplo de la importancia de no repetir patrones de crianza la podemos evidenciar en personas fueron de algún modo abusados cuando eran pequeños. En estos casos, aunque intervienen muchos factores, es principalmente el descuido de los padres lo que expone a los niños a situaciones que dan paso al abuso.

Ahora bien, si el adulto que fue abusado en su infancia, debido al dolor o frustración que le produce esa situación, no logra identificar que el descuido de sus padres fue lo que dio pie al abuso, entonces tal vez no les preste la suficiente atención a sus hijos exponiéndolos a situaciones parecidas, o peor aún, estas personas se pueden volver padres sobreprotectores, creando traumas en sus hijos, quienes posiblemente se volverán personas introvertidas, inseguras y frustradas.

El tiempo de calidad, el amor y la firmeza.

Finalmente, si estudiamos los patrones de adultos funcionales y felices, podemos encontrar en la mayoría de los casos tres factores comunes presentes en su crianza, estos son el tiempo de calidad, el amor y la firmeza.

Tiempo de calidad Antes vs Ahora.

Evidentemente los tiempos pasados fueron diferentes, y una de las cosas comunes era ver que las madres se quedaban en casa criando a sus hijos y atendiendo los deberes, de ningún modo estoy en contra de que la mujer salga a trabajar pues yo misma me encuentro en esta cotidianidad, el asunto es que los hijos tenían más oportunidad de compartir con sus madres, e incluso los padres se dedicaban con mayor ahínco a pasar tiempo de calidad con sus hijos.

Actualmente, arrollados por la rutina, dejamos de algún modo la crianza en manos de aparatos electrónicos de toda índole, lo cual está perjudicando mucho a nuestros jóvenes quienes tienen una visión del mundo globalizada bajo estándares falsos.

El amor vs La firmeza.

Cuando estábamos jóvenes era común vernos castigados, con menos comida, sin derecho a salir, con televisión limitada, debido a nuestros comportamientos. Incluso se nos castigaba físicamente (sin llegar a la violencia) cuando faltábamos el respeto, cuando no cumplíamos nuestros deberes, o cuando nos salíamos de control.

Nuestros padres nos daban las pautas, es decir se dedicaban a hablarnos de cómo debería ser nuestros comportamientos, nos indicaban también cuáles eran nuestros límites y qué se esperaba de nosotros (comunicación efectiva y tiempo de calidad) y nosotros sabíamos cuál era la consecuencia de no asumir la postura esperada y asumíamos nuestros castigos, es decir había una modificación de conducta (actualmente podemos llevarlo a cabo sin ser crueles y violentos)

Sin embargo, actualmente se han dibujado líneas entre lo que se puede y no se puede hacer, y no queremos desmotivar a nuestros niños diciéndoles NO y limitándolos, ni tenemos tiempo que perder en explicarle las cosas del mundo, así que es extraño que nos sorprendamos porque el mundo está como está, y que todo lo que ha pasado con los valores y el modo como las nuevas generaciones perciben todo.

Pequeños cambios hacen grandes diferencias.

Lo importante de todo lo brevemente expuesto es que  podamos tener una pequeña reflexión de cómo el futuro de las nuevas generaciones está  nuestras manos, pues es siendo amorosos, comunicativos y firmes con nuestros hijos que podemos cambiar el mundo.

Dedicándonos a nuestros hijos y enseñándolos llevaremos a la sociedad los hombres y mujeres que tal vez cambiarán el mundo.

 

 

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